sábado, 30 de abril de 2011

Capítulo 3

Tras caminar durante diez minutos, llegué a la academia. Era un edificio gris con puertas y ventanas blancas. Visto objetivamente era un edificio más bien soso, pero, a pesar del color, era bonito. Tenía un aspecto elegante y moderno a la vez. Después de examinar esa fachada por la que tantas veces había pasado sin interés, llamé al timbre. La puerta se abrió automáticamente acompañada de la robótica y femenina frase: "Puerta abierta". Fue entonces cuando me di cuenta de la cámara que había justo delante de mis narices.
Mi primera impresión fue de asombro. El interior era totalmente distinto al exterior. Todo mi alrededor esta decorado de llamativos colores que hacían que mi tricot rosa chicle dejara de resultar tan especial. A mi derecha había pequeños asientos redondos de colores pistacho, fucsia, amarillo, rojo pasión, azul cielo o eléctrico... Siguiendo con mi vistazo, vi un poco más adelante dos escaleras naranjas de caracol que llevaban a una segunda planta aún por descubrir. Debajo de ellas había un gran ventanal repleto de coloridas flechas que indicaban las diferentes salas. Entonces, tras esos largos segundos de evaluación del lugar, me di cuenta de que unos ojos azules me miraban fijamente a través de unas preciosas gafas de diseño.
-Hola, ¿te puedo ayudar en algo?-Dijo la chica. Su pelo era castaño y lo llevaba recogido en dos moños muy graciosos tras un flequillo simétrico que caía a ambos lados de sus gafas.
_Emm, sí... Bueno, vengo a inscribirme si es posible.
Sonrió y movió la cabeza hacia un lado en señal de que la siguiera. Fui detrás de ella al ritmo de sus tacones rojos de vértigo y de la música que se escuchaba de fondo. Me mostró una pared llena de folios de colores.
-Aquí tienes todas las aulas disponibles, con las clases, actividades y horarios correspondientes. Si tienes alguna duda, estaré en el escritorio lila de la entrada.- Me dijo con una sonrisa.
Ni siquiera me había dado cuenta de ese escritorio, ¡y mira que había mirado todo con detalle!
-Oh, gracias, emm...-Miré su nombre en la tarjeta que llevaba prendida de la americana, pero estaba al revés. Me vio y se echó a reír. Me sonrojé.
-Me llamo Sheila.- Dijo colocándose correctamente la tarjeta.
-Pues muchas gracias, Sheila. Yo soy Lara.
-Hasta luego entonces, Lara.-Se giró con una sonrisa y me dejó con esos folios.
Los miré y no pude creer la cantidad de opciones que había. Clases de canto a distintos niveles, salas para decenas de diferentes estilos de baile, clases de interpretación y, por supuesto, clases de infinidad de instrumentos. No sabía por dónde empezar, así que, al final, decidí empezar por lo básico. Fui al escritorio lila y pregunté a Sheila cuándo podría empezar.

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